martes, 12 de enero de 2010

Reyna en el más allá

Hace tiempo tuve la oportunidad de compartir con un gran personaje. Quiero publicarles esta entrevista para que conozcan y aprendan, lo que significa valorar y luchar por un sueño hasta alcanzarlo.



Después de muchos intentos ya no había nada que hacer. A raíz de la muerte de Rafael, su pareja, toma la decisión de crear una organización que ayude a las demás personas a resguardarse, informarse y protegerse del VIH/Sida. Es así como nace Acción Solidaria, y ya son 14 años los que Feliciano Reyna tiene trabajando por esta labor

Son muchas las cargas ideológicas y sociales que lleva consigo el color rojo. Sin embargo, en Acción Solidaria esto no es un tema de discusión de los que allí laboran. Ya llegó la navidad y en la quinta Los Olivos de Bello Monte, donde está ubicada la organización, tienen un arbolito adornado con flores y bambalinas rojas. En el sillón de visitas tienen cojines rojos y en el escritorio de la recepción hay dos vasijas que llaman la atención. En una hay condones —de buena calidad— que venden a dos bolívares. En la otra, hay cintas rojas arregladas con la forma del lazo que identifica la lucha contra el VIH/Sida, y que cada persona que ingresa al lugar se coloca en el pecho. Se había celebrado el día mundial de la lucha contra esta enfermedad, y esas dos vasijas, a simple vista, persiguen el mismo mensaje: la protección.

Feliciano Reyna es arquitecto de profesión y “optimista empedernido”. Vivió en Estados Unidos por más de seis años y trabajó durante un tiempo con proyectos de construcción, hasta que, en 1980, el sida tomó protagonismo y la muerte empezó a llevarse a algunos de sus seres queridos, entre ellos a su pareja. Fue una caída en picada. “Tenía algo que hacer, yo no me iba a quedar con esa, cuando Rafa murió tenía que crear la organización”.

Amor y añoranza. Definitivamente son teclas complicadas que cuando se tocan cambia la melodía y el ritmo toma un rumbo distinto al compás que llevaba. La mirada del hombre conserva el mismo brillo de aquellos años, se dibuja una sonrisa en su rostro y la esperanza de un posible encuentro se apodera de él. Llevaban una vida de pareja: vivían juntos, trabajaban juntos, tenían cinco años de relación. “Rafa era diez años menor que yo, y no pensamos que iba a contraer la enfermedad. Era un muchacho atleta, activo, sano”.

Para la operación de apéndice o antes de donar sangre debió realizarse la prueba de VIH/Sida y siempre salió negativa. El mensaje principal de la organización no es sólo protegerse sino “buscar la información adecuada, la no discriminación y hacerse la prueba a tiempo”. Ya era tarde cuando descubrieron que Rafael contrajo la enfermedad los meses que estuvo en Europa. Comenzaron las manifestaciones inmunológicas en 1994. En julio de 1995, Rafael murió.



Las prioridades cambian


Ese 2 de diciembre se celebró el cumpleaños número 54 del presidente de Acción Solidaria. A pesar de que es un año más de vida él no deja de recordar que la muerte tocó su puerta y que desde allí, al empezar con la organización, “todas mis prioridades cambiaron. Hay cosas de aquellos tiempos que no me interesan en lo absoluto, es mi cumpleaños pero no hay fiesta, estar con la familia es lo importante. Esto te da otra perspectiva de vida”.

Es tener la oportunidad de hacer algo y disfrutarlo. Las experiencias han sido muchas, y los años no han pasado en vano. Feliciano Reyna es sencillo, educado y siempre está sonriendo aunque “la vida es algo muy complicado; esto aquí en la tierra es más enredado de lo que te imaginas. Creo que podría ser más fácil para muchas personas”.

Su mirada se posa sobre la mesa, y aunque las tristezas intentan ocultarse detrás de su rostro, las marcas oscuras debajo de sus ojos lo dejan al descubierto. Muestra cansancio, pocas horas de sueño, nostalgia, y una tranquilidad al hablar que hace que cualquiera se llene de optimismo y pasión, tanto como él, por el trabajo que realiza. Hay energía para continuar con sus actividades y conserva sus rasgos finos; tiene la nariz perfilada, labios delgados y poco cabello, casi pelón.

En 1996 Acción Solidaria había ayudado a más de 250 personas trayéndoles los medicamentos de Estados Unidos, pero la meta trazada era llegar más lejos. Ya empezaba el proceso de crear una campaña nacional de información. “Allí nació el centro de información de línea telefónica VIH/Sida. Hemos atendido entre 1998 y 2008 cerca de 18 mil llamadas. También hay informaciones en la página web”.

Cada quien se acerca de acuerdo a su interés. Tienen buenas relaciones con el gobierno “pero las concepciones son distintas. El grupo que es electo y que llega al poder se apodera de la gestión del Estado. Ya no hay espacio para los mensajes institucionales, si el presidente dedicara en su programa dominical al menos una hora sobre el tema de VIH/Sida, eso crearía gran impacto en la sociedad”.



Algo del más allá

Estudió en el San Ignacio de Loyola y en su familia se formaron varios curas y monjas. Aprendió y valoró los postulados del catolicismo hasta que, en términos de orientación sexual, “fui reconociéndome como una persona distinta a los demás y fui encontrando muchas contradicciones entre los postulados que habían y la postura de las autoridades de la Iglesia. Por eso me alejé mucho, y dejé de ir a misa”.

No reza. Y no le importa confesarlo. No cree tampoco en la figura de un Dios sino en “algo del más allá, creo que hay algo superior por ahí, otra cosa que no podría tener definida hasta que no llegue a ella”. Sin embargo, Rafael nunca deja de ser importante. “Yo hablo mucho con Rafa por ejemplo, le digo que meta la mano por mi en las cosas que no estén funcionando aquí abajo. Esto es complicado”.

Es reservado con algunas cosas, pero en cada palabra que pronuncia o en cada gesto que realiza, deja claro que la conversación es su fuerte. Las lecturas fueron su apoyo para entender por qué era diferente a los demás, a pesar de que en aquel tiempo no había internet, “con los libros entendí que había gente como yo. Aprendí a no ser intolerante con otros. El apoyo está en uno mismo y todavía queda mucho camino por andar, pero desde el punto de vista humano me gusta muchísimo la apertura que hay ahorita sobre el tema, que los jóvenes sean quienes quieran ser”.



Sin respeto a la muerte


En un principio el VIH/Sida fue considerado sólo un problema de los homosexuales, ya con la experiencia se ha determinado que todos los individuos pueden contagiarse. Al año muchas personas mueren, y ese es el más grave de los temores. Está el sufrimiento humano pero “lo que significa una persona en esta vida es mucho más de lo que está encerrado en el cuerpo, cuando el cuerpo se pierde no se pierde lo demás”.

En Feliciano Reyna hay mucha risa aunque se le quiebra la voz nuevamente al rememorar el pasado. Aquello que fue y que debió extenderse un poco más. Aquel momento que no debió acabarse tan pronto, aquella experiencia que se valora y se agradece a la vida. Esta vez, a la vida. Por eso “no le tengo ni el más mínimo respeto a la muerte. Me parecería interesantísimo pensar qué hay del otro lado. Yo a veces le digo a Rafael, que me imagino que está en un lugar mejor que este zaperoco acá abajo, que como a los 65 años empiece a pedir pista para mi, a ver si a los 70 años ya estoy saliendo”.